El caso de LaPolar, quienes muchos llaman "llegar y estafar", realmente estremeció a la opinión pública chilena e internacional. Más allá de las cifras vergonzosas, los detalles técnicos, legales y financieros, y las menudencias poco estéticas del caso, observar esta noticia desde una perspectiva ética, del desarrollo financiero y regulación gubernamental, puede resultar un ejercicio útil para entender como nuestra sociedad está muy lejana de convertirse en una comunidad desarrollada, basada en la confianza y el respeto.
La perspectiva ética deja entrever las escuálidas reservas éticas de los ejecutivos de alto nivel, directores, consultores, asesores y auditores que comandan muchas de las empresas más representativas de nuestra realidad nacional. Estás personas, que pocas clases de ética tuvieron durante sus procesos formativos en las mejores escuelas de negocio nacionales y extranjeras, muestran la real cara de su gestión, basada en la eficacia y eficiencia, con una mirada despreciativa hacia valores éticos relevantes. Si observamos los valores y motivaciones de las escuelas de negocio, muchos de ellos vinculados a índices internacionales de desempeño, resulta evidente la alta valoración hacia técnicas cuantitativas, papers científicos, proyectos de investigación, innovaciones, patentamientos y emprendimientos, en contraposición a la subvaloración de temas cualitativos, como la ética, marcando toda una generación de ejecutivos quienes buscan día a día la medición y el logro de metas, cueste lo que cueste.
La otra arista es el nivel de desarrollo financiero, el cual, luego de este vergonzoso hecho, sitúa a Chile al nivel de Zimbabwe (sin querer ofender por supuesto a ese lejano país). Chile, un país emergente, uno de los líderes financieros del continente, cuyo gran activo es la "solidez institucional", ha quedado de rodillas. Este sistema financiero responsable de administrar y tranzar las acciones de LaPolar día a día en el mercado, mientras ésta estafaba abiertamente a sus consumidores, quienes acumulan demandas desde el 2008, no fue capaz (creyendo en la honradez del sistema) de darse cuenta que, una firma del retail cuyo nicho objetivo son los estratos más bajos de la sociedad, aumentaba sus créditos colocados en el mercado, sin aumentar sus provisiones pues gozaban de una excelente salud financiera gracias a su "sistema" de cobranza. Claramente a este mercado le queda mucho por crecer.
Finalmente, por supuesto que el gobierno algo tiene que ver. La pasividad de los últimos 5 gobiernos ha sido francamente vergonzosa, pues da la impresión de confundir la fiscalización seria y justa, por ideales comunistas, cuya sombra nunca le ha permitido ser firme y riguroso con un sector financiero que, francamente, deja demasiado que desear. La altísima concentración bancaria, la creciente ola de reclamos de consumidores, las utilidades absolutamente fuera de los rangos normales, dentro de muchas otras peculiaridades, no hacen nada más que incrementar el polvorín social en donde estamos hoy sentados. Lo peor de todo es que, dentro de las cosas más curiosas de este caso, el gobierno sale al mercado tibiamente a sugerir que los impactos serán acotados y que esto es solo un choque de autos... Espero que no se refieran a decir que este es un hecho aislado, y que el sistema financiero y las empresas continuarán robando, pues las cárceles están diseñadas para los asesinos y delincuentes, no para este tipo de ladrones.
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