Ayer, productores de fruta han protestado firmemente por el bajo valor de la divisa dólar provocado por una dinámica macroeconómica de apreciación del peso chileno. Las explicaciones son múltiples, pero el alto precio del cobre, junto con los magros resultados económicos de Estados Unidos, encabezan la lista de las principales causas, pronosticando que dicho fenómeno se mantenga.
Además, el tibio reaccionar de las autoridades económicas del gobierno recortando el gasto público, y el escaso y anticuado set de herramientas disponibles para manejar la situación, solo han acabado con la paciencia de un sector de la economía muchas veces relegado, pero responsable de entregar una gran cantidad de empleo, además de movilizar la actividad de un cluster de empresas mucho más variado que la mera producción de fruta.
Pese a esto, la decisión política de intervenir el dólar no es fácil. Las presiones inflacionarias de los combustibles, principalmente, determinan que una alza del precio del dólar aumentaría el costo de los bienes de la economía, deteriorando aún más el poder adquisitivo de al población, en favor de los exportadores.
Lo anterior descarta que la intervención sea la vía correcta de solución, pues solo da paso a un proceso inflacionario no acotado, cuyos beneficios para los exportadores no se mantendrían en el mediano plazo. Debido a esto, hoy la industria debe pensar en nuevas directrices que le permitan mejorar su competitividad actual considerando el bajo precio del dólar.
En orden de prioridad e importancia creo que, al menos, se deben emprender cuatro tareas dirigidas al problema.
Primero, como este es un problema de "margen de ganancia", el primer programa debe apuntar a mejorar el precio del producto a través de su calidad, pues la fruta chilena compite en mercados extranjeros por oportunidad y no por calidad. Esto quiere decir que, gracias a nuestras particularidades climáticas, la fruta chilena llega antes a los mercados, aprovechando la contra-estación o período de escasez. Sin embargo, cuando comienza a llegar la fruta desde Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, la perspectiva cambia, pues las diferencias en calidades son importantes.
En el mismo sentido, en relación a los costos, también hay bastante trecho que avanzar, en especial en cuanto a la productividad de la mano de obra. Hoy, nuestros competidores aumentan la productividad de su mano de obra, aumentando también la remuneración de ésta. Chile, en cambio, sólo ha incrementado el precio de la mano de obra, pero no ha innovado en su productividad, con mejor capacitación y mayor mecanización de sus campos.
La tercera tarea dice relación con la implementación de herramientas de gestión del riesgo de tipo de cambio. Hoy, existen instrumentos financieros que garantizan un nivel invariante del tipo de cambio en plazos menores a un año (una temporada frutícola), pero su alto costo, altas barreras de conocimiento financiero del capital humano relacionado al sector, y la escasez de garantías, han dificultado el acceso de la agricultura a esta herramienta. En este caso, un subsidio de acceso, mejor preparación de profesionales idóneos, y el acceso a garantías estatales podría trabajar en el sentido adecuado.
Finalmente, la cuarta tarea está relacionada con el eficiencia y transparencia de la industria. Para ser justos, la existencia de agentes intermediarios, como las exportadoras, han cooperado enormemente en el desarrollo exportador del sector, pero también han generado vicios importantes dentro de la industria. El principal es que los objetivos de ambos actores, productores y exportadores, no están alineados. El objetivo de las exportadores es el volumen, pues cobran por servicios de embalaje, almacenaje y transporte entregado. Por otro lado, el objetivo del productor es el mínimo costo, pues el precio final no depende de su gestión comercial. Esto significa que, si los productores estarán ajustando sus costos al máximo (en detrimento muchas veces de la calidad), y si las exportadoras maximizan el volumen de fruta tranzado, entonces... ¿a quien le interesa la calidad?.
Todas estas reflexiones no pretenden estar a favor o en contra de intervenir o no el tipo de cambio, sino que proveen de nuevas ideas que den alguna solución más permanente al desarrollo del sector exportador, cuyo éxito está fuertemente indexado al precio del dólar.
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