martes, 17 de mayo de 2011

Proyecto de ley de estandarización de semillas certificadas. Evitando el efecto "Free Rider"


Múltiples noticias han conmocionado las redes sociales y la participación ciudadana. HidroAysen, el caso KODAMA, el proyecto postnatal, entre otras, han ensombrecido la aprobación de un proyecto relevante para el mundo agrícola nacional. El proyecto de ley de Protección de Obtenciones Vegetales, enmarcada en varios convenios internacionales y acuerdos de libre comercio, busca proteger, a través del patentamiento,  innovadores y científicos que creen nuevos cultivares a través del cruzamiento genético de líneas con distintas características.
El espíritu de la ley busca proteger los derechos económicos por un período definido de tiempo, incentivando a empresas, instituciones y científicos, a emprender en el desarrollo de nuevos programas genéticos que obtengan nuevos cultivares con nuevas características como mayores rendimientos, resistencias a sequías, plagas y otras restricciones. Esta protección consiste en otorgar el derecho económico sobre las semillas o plantas desarrolladas al dueño de la patente, el cual gozaría de un beneficio económico por la utilización de terceros, los productores. 
Lo anterior sin dudas incentiva una economía de innovación al disminuir el efecto "Free Rider" de agentes que hoy reproducen indiscriminadamente los cultivares desarrollados. Además, este proyecto beneficia a la cadena productiva, pues al incorporar nuevas tecnologías e insumos más eficientes, mejora los rendimientos y calidades de sus productos. Sin embargo esta ley, al carecer de un paquete de instrumentos de mitigación de impactos económicos, perjudica a un sector importante de la agricultura, hoy postrado y con poco acceso a la economía moderna; este sector es conocido como la agricultura familiar campesina.
Precisamente esta ley, si bien beneficia la obtención de mejores rendimientos, calidades estandarizadas, la incorporación de nuevos terrenos hoy limitados por sequías o heladas, y la diversificación de alimentos, también encarece los costos de producción, en algunos casos hasta en un 50 o 60%. 
Por ejemplo, si consideramos que hoy, sin esta ley en operación, muchas explotaciones agrícolas de pequeño tamaño, tradicionales y aisladas del mercado convencional, no cuentan con el capital de trabajo necesario para acceder a paquetes tecnológicos, mucho menos lo tendrán ahora que el costo de las semillas se espera encarezca en un 20 o 30%. 
De esta forma, esta política es positiva pero incompleta. Faltan, a mi juicio, herramientas de apoyo que complemente esta ley. En Chile  poco sea discutido sobre el desarrollo de financiamiento rural, popular en países como India, Estados Unidos, y varios países asiáticos. Este tipo de sistemas disminuye el costo de capital y mejora el acceso al capital, mejorando entonces las posibilidades de adquirir en un futuro la semilla hoy protegida con patente.
Otra opción podría ser la ampliación y mejora de los paquetes tecnológicos y las líneas de crédito de Indap, ampliando su cobertura y mejorando la transferencia tecnológica, vinculando a las empresas e instituciones de desarrollo con la pequeña agricultura.
En resumen, la ley es positiva pues incentiva la economía de la innovación, pero también encarece las estructuras de costos de las explotaciones agrícolas. Hay algunas de ellas que podrán seguir adquiriendo semillas que, a través de un mejor rendimiento y calidad, terminarán obteniendo una adecuada rentabilidad económicamente, pero hay un mundo rural denominado agricultura familiar campesina, que hoy no tiene el acceso, y menos lo tendrá mañana cuando la semilla encarezca su costo producto de las patentes. De esta forma, este proyecto de ley, al carecer del complemento de herramientas que mitiguen el impacto, sólo terminará acrecentando la brecha de desigualdad presente en la sociedad chilena y en el campo chileno.  

martes, 10 de mayo de 2011

HIDROAYSEN: Crecimiento económico, consuelo de tontos


No es para nadie ajena la noticia de la dependencia de Chile hacia fuentes energéticas extranjeras como el petroleo y el gas. Tampoco es novedoso el discurso de la diversificación de la matriz energética, como tampoco lo es la alta dependencia del crecimiento económico y la disponibilidad energético como factor productivo. De estas lineas de ideas nacen comentarios mas o menos técnicos e informados, que concluyen la necesidad de impulsar proyectos y megaproyectos energéticos, como termoeléctricas e hidroeléctricas.

En términos ambientales, y estrictamente orientados a los recursos naturales como bosques, suelo, aire y agua, sin lugar a dudas el impacto de una hidroeléctrica son menores que la termoelectricas, el problema que, para que la generación energética tenga eficiencia económica la escala de estos proyectos los transforma en mega emplazamientos, que vulneran (por encontrar una palabra suave) el ambiente natural, social, económico y cultural de la localidad elegida. 

En efecto, solo considerando datos del emplazamiento de la represa se estiman unos 2.300 kilómetros de tendidos eléctricos, compuesto por 400 torres de 70 metros, que atraviesa unas 8 regiones atravesando 6 parques naturales, 11 reservas nacionales, 26 sitios de conservación, 16 humedales y 32 áreas protegidas, sumando unas 23.000 hectáreas de deforestación.

Pero el daño resulta ser muchísimo más grande que el natural y paisaje. Note el impacto cultural y en la vida cotidiana de los pobladores de la zona que tendrán, por cerca de 12 años, que soportar maquinarias y masas de trabajadores extranjeros a la zona, que impactarán, sin ninguna duda, la apacible vida familiar de costumbre.

El impacto también es económico. Objetivamente el proyecto permite obtener energía mas barata, pero más costosa en el largo plazo. Esto se explica por que la inversión en este tipo de proyectos no hacen más que desincentivar la investigación y desarrollo de otros proyectos alternativos, acallando la discusión ciudadana y durmiendo, una vez más, el tema de la energía dentro de la agenda política de contingencia. Todo esto demuestra la miopía predominante en la casta empresarial de nuestro país, que sigue y persiste en un modelo de desarrollo arcaico e ineficiente, basado en la producción y comercialización de commodoties de bajo valor agregado, los que solo retornan ganancias frente a una estrategia de minimización de costos, esquema favorecido por energía "barata". Que distinto sería encontrar empresarios con visión, capaces de apostar por productos de calidad y procesos limpios y sustentables, quizás así, la presión que históricamente generan sobre la clase política chilena (que se encuentra de rodillas frente al empresario) resultaría en políticas innovadoras en materia energética.

El impacto sobre el empleo regional también es económico. Efectivamente, se calcula que el empleo durante la  fase de construcción de 12 años incrementará dentro de la zona, pero será en empleo de la base de la pirámide (obreros, albañiles, transportistas, etc.) serán los ofertados dentro de la zona, pues sin ninguna duda que los arquitectos, ingenieros y constructores civiles viajarán desde Santiago y el extranjero hacia la zona.

SOÑANDO EN UN FUTURO INTELIGENTE Y SUSTENTABLE

Pero oponerse por oponerse a cualquier proyecto de generación de energía convencional tampoco es la solución, pues el desarrollo y crecimiento económico esperado y deseado necesita de la energía como factor productivo. El tema es como impulsar este desarrollo. De esta forma HidroAysen no es del todo malo, sino que el problema es que este proyecto no sea antecedido y acompañado por un paquete de políticas ambientales y energéticas. ¿Cuando será el día de que los ciudadanos podamos invertir en un panel solar y vender el remanente de la energía generada al sistema interconectado? ¿Cuando tendremos programas educativos relacionados con el medioambiente y el uso de la energía que le enseñen a nuestros niños a tener conciencia ambiental?¿Cuando veremos subsidios para mejorar la eficiencia térmica de las casas del extremo sur, mejorar la eficiencia energéticas de casas en cuanto a la iluminación, y para la adquisición de equipos electrónicos eficientes?¿Cuando veremos beneficios tributarios para empresas que invierten en energías alternativas?.

Espero que pronto mis preguntas se hagan realidad, por el momento son solo un sueño, por eso, al parecer la mejor alternativa es salir a las calles a reclamar por el sentido común, y por el patrimonio histórico y natural nuestro, y el de nuestras futuras generaciones.